Cogieron a seis jóvenes delincuentes, todos hombre, en edades comprendidas entre 16 y 18 años, del centro penitenciario de Shenyang para que contaran su historia. Unos artistas transformaron esas palabras que hirieron profundamente a estos jóvenes en su niñes y las transformaron en armas con las que ellos más tarde cometieron los crímenes por los que están cumpliendo condena.
Las armas fueron hechas de aleaciones de metales, con el peso y el tamaño real, para que el público, al cogerlas, las sintieran lo más reales posibles. También se hizo apps en versión digital para pantallas táctiles.
Las palabras-armas fueron exhibidas al público durante dos días. Más de 600 personas pasaron por la muestra. El evento fue expuesto en televisión. Se hicieron más de 300 llamadas al teléfono de ayuda que se dio en la campaña durante las primeras semanas. El sitio web tuvo 310.000 visitas el primer mes. El recuento total de personas que se interesaron por la campaña excedió los 3,2 millones de personas.
La campaña fue desarrollada por la agencia Ogilvy & Mather de Beijin.
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